Padre Hugo Cornelissen

El Padre Hugo nació en Bélgica, en Vosselaar, cerca de la ciudad de Amberes, el 5 de junio de 1930, en el seno de una familia profundamente católica. Sus padres fueron Emilio Cornelissen y Ana Dockx.

De la niñez del Padre Hugo, se conoce poco, pero sí sabemos que tuvo que enfrentar, la terribles consecuencias de la guerra (las luces y el ruido de las bombas), el miedo que inundaba ese tiempo oscuro. Pero pese a todo o con todo esto, allí crece una vocación de fuego. Su familia fue la cuna para su vocación y la de sus hermanos. El regalo de la Fe, la recibe a través de ella y por cierto su gran devoción mariana. Sus estudios los hizo en un colegio de la Compañía de Jesús. El Padre Hugo gustaba mucho de la vida de los Santos. Y es la figura de San Juan Bosco quien cala hondo en su vida, su ejemplo lo hace vibrar constantemente. Un hombre que se entrega cien por ciento en la salvación de las almas, siempre tomado de la mano de la Virgen. Es quizás con el deseo de imitarlo que ingresa a los salesianos en 1949 a los 19 años de edad. (Así como Santo Domingo Savio, aquel pequeño que deseaba ser Santo, en la Alegría, se deja guiar por Don Bosco.)

Es así que después de 10 años de estudio como salesiano, se ordena como sacerdote el 12 de abril de 1959, a la edad de 29 años. Un sacerdote que amará mucho a su Iglesia, un pescador de hombres, un sacerdote de María. Con cuanta emoción habrá celebrado sus primeras misas, él, que tenía un gran corazón Eucarístico, y que tenía la capacidad de adentrarse en su palabra y degustarla hasta en los mínimos detalles.

A mediados de la década del 60 el Papa Pablo Vl pide a los sacerdotes de Europa, servir como misioneros en América Latina. Surge en el Padre Hugo este ardor misionero incansable, respondiendo con prontitud a lo que su Iglesia solicita. (Apoyado de una madre generosa). Es así que dejando, su tierra, su familia, amigos, etc. se embarca hacia una tierra desconocida, con un lenguaje distinto. Pero en su corazón lleva un solo idioma el amor y un solo deseo salvar almas. “Jesús, María, os amo, salvad almas” Es así que a fines de 1968 llega el padre Hugo a Chile, específicamente a la tierra de Magallanes. Sus deseos de evangelizar, lo hace dedicarse a cien por cierto a esta tarea. Es allí, en el sur del mundo donde comienza a gestar y a colaborar con grandes obras en bien de la Iglesia. En noviembre de 1968 se encuentra con el Padre Guido Bertolino, a quien más adelante ayudará a fundar la Obra Misionera de la Transfiguración el Señor, de la cual
formará parte desde 1980.

El P. Hugo conoce la Legión de las Pequeñas Almas, movimiento inspirado por Jesús a una sencilla mujer belga: Margarita. Esta mujer recibe mensajes de Jesús que son publicados en el libro “Mensaje del amor misericordioso a las Pequeñas Almas”. Sabiendo el Padre del valor de este, se preocupa por traducirlo del francés al español, para darlo a conocer a los pueblos de América.

Es el mensaje quien lo insta a buscar fuertemente vivir en la pequeñez y a dar a conocer mucho más el amor que Jesús nos tiene. El Padre Hugo llegó a ser Asesor Latinoamericano de este movimiento. Durante su vida realizará muchos viajes, dormirá en buses, aviones, caminará, hará dedo, no escatimará en sacrificios, con el fin de llevar el mensaje de amor misericordioso del Señor, porque habrá una eternidad para descansar (aunque dudamos que aún allí, pueda permanecer quieto, este gran misionero).
El Padre Hugo es el Iniciador en Chile de los Centros de Vacaciones, (CEVAS), hace mas de 40 años en la Diócesis de Punta Arenas. Viviendo siempre con un verdadero espíritu de pobreza, tras la muerte de sus padres, recibe una herencia de ellos, la cual la dona; por completo. El Padre Hugo será un gran promotor de vocaciones para la vida religiosa, se tomará muy en serio el ser pescador de hombres. Habrá varios jóvenes que gracias a su ayuda y ejemplo seguirán los pasos de Jesús. Su corazón Transfigurista, lo lleva a entregarse con afán, en su tarea misionera. Como Párroco en Quilpué y Rinconada de Silva en San Felipe. Construirá capillas, hermoseará santuarios, siempre estará haciendo nuevos trabajos, etc.

Con la ocasión de celebrar sus bodas de plata sacerdotales el 12 de abril de 1984, dará las gracias a la Virgen diciendo: “Santísima Virgen María, Madre de Dios y de nosotros. Te doy gracias por los 25 años de sacerdocio, en que he podido reemplazar a tu hijo Jesús para muchos hombres, jóvenes y niños, y por los 35 años de vida religiosa. Gracias por tantas confesiones administradas, por santas misas celebradas. Fue un Sacerdote que en todo quiso imitar y reflejar a Jesús especialmente en el Sacramento de la Penitencia y de la Eucaristía. Un gran devoto de la VIRGEN. Un gran amigo y confesor. Un gran deportista: jugaba ping pong, volaba en su bicicleta, jugaba futbol, subía cerros… ¡Era incansable! Muy bueno para leer y escribir… un gran soñador…“Hay que pensar mil para que resulten diez”, decía.

Ya en sus últimos días se le veía siempre sonriendo, irradiando una gran humildad y manifestando una gran obediencia y entrega a la voluntad del Padre . El decía “la santidad consiste en estar siempre alegres”

Finalmente se fue a descansar…

Con su rosario en la mano y tras mirar varias veces un crucifijo, rodeado de su comunidad religiosa, que rezaba junto a él las Laudes, parte al cielo invadiendo de paz a los que lo vieron partir, el domingo 23 de agosto del 2009. Gracias Padre Hugo, ¡Fuiste un hermoso regalo para la Iglesia!